Venimos al mundo y desde el mismo momento del nacimiento tenemos que compartir nuestra vida. Aunque no nos demos cuenta o queramos ir a la nuestra siempre compartimos:
Familia, amigos, colegio, universidad, trabajo, viajes, avión, trenes, etc.
Compartimos: Conocimientos, creaciones, formas de pensar, etc.
Emociones: alegría, tristeza, dolor, felicidad, etc.
Experiencias, anhelos, proyectos, etc.
A veces lo hacemos de forma activa, estando presentes o de forma pasiva a través de distintos medios, libros, radio, tele, etc.
Creemos que sólo lo hacemos con los más próximos o con aquellos que sabemos que nos van a entender, comprender o que son afines a nosotros.
El atrevernos a estar cerca de los otros, es abrirnos a nuevas posibilidades, nunca se sabe cómo la persona puede responder. Hablar con el otro de algo “íntimo”, puede que ayude a expresar o liberarse de algo que nunca se hubiera atrevido a manifestar
El aprender a compartir, nos ayuda a liberarnos de bloqueos, enfados, dolor a saber que no estamos solos y nos enseña a ir más ligeros de equipaje. Abrir nuestro corazón es el nivel más alto, nos hace que nos comprometamos con nosotros y los demás
Guardamos tantas cosas, tenemos tantos miedos pensando qué pensará, qué creerá de mí, cómo reaccionará, total para qué, si es una tontería, o quizá al otro no le interese lo que le voy a decir o expresar, o yo no tengo que explicar mis cosas a nadie.
Compartir es darte la oportunidad de ser generoso, abrir nuevos canales de comunicación y atrevernos a vivir más intensamente, es ser valientes y libres.